Por otra vuelta de Obligado

Hace 179 años, el General Lucio N. Mansilla se enfrentaba a las tropas anglofrancesas en el Río Paraná. El Día de la Soberanía Nacional, no es un feriado más. ¿De qué hablamos cuando hablamos de soberanía? ¿Nos preguntamos hacía dónde va el proyecto nacional de la Argentina? ¿A dónde vamos sin industria nacional y desarrollo productivo?

Hace 179 años el General Lucio N. Mansilla se enfrentaba a las tropas anglofrancesas en el Río Paraná, a orillas de la ciudad bonaerense de San Pedro. Inglaterra y Francia, con la excusa de establecer relaciones comerciales directas con el litoral, sin pasar por Buenos Aires ni reconocer la autoridad de Juan Manuel de Rosas, invadieron la entonces Confederación Argentina a través de la vía troncal navegable del río Paraná.

Corría el año 1845 y la disputa entre unitarios y federales estaba al rojo vivo. La Confederación Argentina tenía su Estado Nacional aún en construcción y las fuerzas coloniales veían allí una posibilidad de invasión.

El 20 de noviembre para algunos argentinos suele ser un feriado más, sin embargo, en aquella fecha ésta joven nación volvió a plantarse al poder colonial.

Con la viveza criolla digna de un pueblo irreverente, en San Pedro, el general Lucio N. Mansilla comandó la estrategia: tres gruesas cadenas, tendidas de costa a costa en el Río Paraná, allí en el codo que dió nombre a la Vuelta de Obligado, sostenidas sobre 24 barcazas para cerrar el paso. El objetivo era entorpecer el cruce de los barcos invasores para atacarlos durante el tiempo en que tardaran en cortar las cadenas. Y si bien las bajas de la tropa argentina fueron superiores en comparación a las de la flota invasora, el plan de Juan Manuel de Rosas, por ese entonces a cargo de la Confederación Argentina, logró que los francoingleses no pudieran ocupar las costas, objetivo mediante el cual podrían adentrarse en el territorio argentino.

La Batalla de la Vuelta de Obligado es hoy la excusa para hablar del proyecto nacional. ¿Por qué? ¿Qué rumbo toma la Argentina del presente? ¿Por qué es necesario mirar hacia atrás para pensar el futuro?

En la Argentina de hoy se rifan empresas estratégicas que producen industria nacional como ARSAT, IMPSA, Fabricaciones Militares, o Nucleoeléctrica, fábricas que transformaron una economía primarizada en una industrializada. Lo mismo sucede con las de servicio como Correo Argentino, Ferrocarriles, Aerolíneas o Enhosa, que a través del vaciamiento comenzaron el proceso de desguace.

¿ A dónde se dirige un país que entrega a bajo costo bienes naturales no renovables? Como el litio, los pozos petroleros o el agua.

Con no ser colonia no alcanza

Hace 208 años Argentina se libera del yugo español. Con la firma de la independencia, se delinearon con gran fulgor los proyectos nacionales que harían grande a esta nación y que, aún habiendo pasado decenas de años, siguen siendo ideas contemporáneas.

Belgrano por ejemplo subrayaba la importancia de la construcción del conocido Canal Magdalena y decía que “ es el mejor de este río por su mayor anchura y su mejor fondo(…)” en comparación con el actual Canal Punta Indio, que cuenta con beneficios escasos. Hablamos de una obra que ya fue dos veces suspendida por no tener ofertas en la licitación, primero en 2014 y luego en 2023, durante el gobierno de Alberto Fernández, ahora cajoneado por el gobierno de Javier Milei, que hace tan solo unos meses permitió llevar la profundidad del canal de acceso del puerto de Montevideo (donde desemboca el Canal Punta Indio) de los 13 a los 14 metros, cortando de cuajo la posibilidad de que el gobierno nacional realice la obra.

En la misma sintonía fue ayer que el gobierno dió a conocer el llamado a licitación por 30 años (nuevamente) de la vía navegable troncal del Paraná -mal llamada hidrovía- que ya fue privatizada durante el menemismo y es el lugar por donde sale el 90% de las exportaciones e ingresa el %80 de las importaciones. Entregando así nuevamente la soberanía de nuestros ríos, tal y como hizo el entonces gobernador Justo José de Urquiza en 1853, en San José de Flores, donde firmó tres tratados con Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña para permitir la navegación de buques mercantes de todas las naciones en los ríos Paraná y Uruguay.

Y así se grafica en la historia que a pesar de la independencia, los países imperialistas siguen observando a nuestros países sudamericanos como patio trasero de los suyos. De hecho hace tan solo unos meses y sin disimular, la jefa del Comando Sur de EEUU, Laura Richardson destacó en un encuentro internacional que debían intensificar su juego en las Américas alegando que “Es importante esa región con todos sus ricos recursos y elementos de tierras raras” y que “El 60 % del litio del mundo se encuentra en el triángulo de litio: Argentina, Bolivia, Chile.”

Don Arturo Jauretche no escatimó en palabras a la hora de señalar esa visión que condena a los países como el nuestro, y en el 30’ decia: “Nuestros gobernantes y nuestros intelectuales han vivido y continúan viviendo con los ojos puestos en Europa (…) Y sucedió que mientras estimulábamos la inmigración de las personas, íbamos organizando la emigración de nuestras ideas (…) Esa sobresaturación de europeísmo afecta nuestras necesidades que son locales, exclusivas, únicas… Si los extranjeros piensan por nosotros, ¿qué necesidad tenemos de sustituirlos en esa tarea? Así es como los extranjeros han arreglado a su gusto nuestra vida jurídica, social, cultural y económica.”.

Claro está, la cuestión soberana de nuestro territorio, en pelea constante contra la colonización, nunca se abandonó, pero tampoco dejó de ser agenda para quienes construyeron la Nación tal como la conocemos hoy.

La peor consecuencia: el industricidio

Quizá el mayor exponente de reclamo de soberanía son las Malvinas. Argentinas, si, pero territorio de disputa desde hace casi 200 años, hoy bajo dominio extranjero.

Luis Vernet, enviado en 1828 por el entonces gobernador de Buenos Aires, Martín Rodriguez, comandó política y militarmente las Malvinas. Seguramente, ellos no creerían que dos siglos después la discusión giraría en torno a si vale la pena o no pelear por ellas.

Pero el reclamo no gira en torno a una cuestión meramente territorial. Se trata, en cambio, de estrategia geopolítica que, frente al continente blanco que hace de este país un territorio bicontinental, no se puede abandonar, entregando la frontera quizá más importante de nuestro territorio.

Desmalvinización mediante, en los años siguientes a la guerra que culminó el 14 de junio del ‘82, la discusión sobre la defensa nacional en clave militar se fue abandonando. El presupuesto en Defensa disminuyó exponencialmente en las últimas cuatro décadas (según datos de 2022 la Argentina es el país de Sudamérica con menor inversión en defensa en relación con su PBI).

Consecuencia de ello, atravesamos un proceso de vulneración territorial que afecta múltiples áreas. Desde el robo de toneladas de peces en la plataforma continental; el contrabando de soja argentina a través de nuestra vía navegable troncal; la “usurpación” de tierras en el paralelo 42 como el Lago Escondido en Rio Negro, hoy usurpado por el Magnate Joe Lewis; o el avance de Chile sobre nuestra frontera en la patagonia; hasta el ingreso de la OTAN a través de una empresa privada a la Fabrica Militar Rio Tercero, hoy entregada en su totalidad a la privatización por el gobierno de Javier Milei.

En Río Tercero, Córdoba, funciona un polo industrial de enorme magnitud, es una ciudad obrera en la que la mayoría de su población vive alrededor de él. La Fábrica Militar Río Tercero y la Petroquímica Río Tercero S.A son las principales generadoras de empleo, incluso cuentan con convenios con las escuelas técnicas de la zona (las cuales no tienen presupuesto aprobado para el 2025).

La Empresa estatal Fabricaciones Militares S.E posee dos grandes líneas productivas: por un lado, químicos y fertilizantes para otras industrias, y por otro, metalmecánica y transporte, enfocado a la reparación de vagones de ferrocarril. Es una de las empresas que quedó dentro de la lista de privatización de la Ley Bases y es la misma que fue visitada hace algunos meses por una delegación del Departamento de Estado de Estados Unidos con intenciones de comprarla para utilizarla en la fabricación de armamento para la OTAN.

Actualmente, se encuentra en proceso de desguace. El gobierno envió, en los últimos días, camiones para vaciar la fábrica, con intenciones de venderla. Desde ATE ya hablan de un posible comprador: CSG DEFENCE, una compañía Checa que fabrica para la OTAN y podría hacerlo en Argentina para Ucrania.

Por su parte, la Petroquímica es única en su producción en toda Latinoamérica y es el principal socio comercial de su vecina, Fabricaciones Militares. Entre otras cosas, produce Diisocianato de tolueno (TDI), una espuma que es materia prima para la industria colchonera y automotriz.

Hace un mes, sus dueños anunciaron el cierre de la misma a pesar de estar funcionando hace 70 años y haber presentado balances positivos.

El Secretario General del Sindicato del Personal Químico y Petroquímico, Lucas Felici, aseguró en Frecuencia DLR que se trata de una ilegalidad, sumando además que están reemplazando la producción nacional por la importación.

¿Qué hace un pueblo como Río Tercero si sus principales fábricas cierran, si la escolarización de los adolescentes no tiene presupuesto, si el polo industrial que sostiene la ciudad deja de existir?

Las cuentas están claras: sin desarrollo no hay Nación y sin defensa militar nacionalista hay balcanización. En un país con dependencia económica, industrial, militar y ahora quizá también espacial no hay soberanía posible, mucho menos soberanía política. Pero ya lo dijo San Martín en una carta enviada a Rosas en 1849, “Los argentinos no somos empanadas que se comen sin más trabajo que el de abrir la boca.”. Y así como en la Vuelta de Obligado pusimos cadenas para defender nuestra soberanía, ahora queremos romper las cadenas de la dependencia.