Claudia Pérez es referente de Madres Cultivadoras Argentinas y desde hace más de 6 años junto a otras madres y padres lleva adelante la lucha incansable por democratizar el acceso a la terapia de cannabis para una mejor calidad de vida de sus hijos y familias. La historia de una de las tantas madres que fueron sorteando la ignorancia, el prejuicio y la prohibición para transformarse en bandera.
Claudia Pérez recibe a Desde La Raíz con los brazos abiertos en su casa de barrio hipódromo, nos hace pasar por un pasillo y antes de entrar nos señala el fondo de su jardín. Allí está el sector de la casa destinado al cultivo de marihuana. Su primer acercamiento a la planta fue a través de su hijo Darian, quien padece de una leve parálisis cerebral con síndrome de Asperger. Desde los 8 años “Dari”, como le dice su mamá, se encuentra medicado.
“Para nosotros fue tener que aceptar una terapia con la que no estábamos de acuerdo. Nos sentimos obligados a tener que medicar a Darian. El primer día cuando la neuróloga me dió la receta para darle anticonvulsivos, llegué a mi casa y lloré. Tener que aceptar eso, con un nene tan chiquito, fue muy doloroso, sentí que lo estaba traicionando”, sostuvo Claudia. En ese momento, la terapia medicinal con el Cannabis no tenía tanta visibilidad, y los psicofármacos eran la única vía posible.
Ese 2016, fue el primer encuentro de Claudia con la planta. Una mamá, pasilleando en una de las tantas visitas médicas, le comentó que había empezado una terapia con su hija que padecía síndrome de West. Llegó a su casa, y junto a Daniel, empezaron a investigar. Notaron un efecto positivo en muchos de los síntomas que hasta ese momento, padecía Darian. Un compañero de trabajo de Daniel le acercó su primer frasco de flores, y una ventana de posibilidades que los llevarían a él y su familia, a una mejor calidad de vida
“Con ese frasco hicimos nuestro primer aceite, y nos decidimos a probarlo. Antes de esa noche, él pasaba dos horas gritando antes de dormirse. Alterado, mal. Ese día se relajó hasta que se durmió, y lo más loco es que a cada rato lo tocaba pensando que no estaba respirando, porque estaba tan relajado que su respiración era super tranquila. Durmió lo más bien”, recordó Claudia.
A partir de ese momento, las crisis de Darian comenzaron a ser más leves; su ciclo de sueño era mejor y se encontraba más conectado con su entorno. Es por eso que pudieron avanzar en la sustitución de la medicación: “Primero quitamos el antipsicótico, y ahí te das cuenta que los chicos se hacen adictos, porque cuesta horrores despojar esa medicación. Luego fuimos reduciendo hasta quitar por completo el anticonvulsivo. En eso pasaron casi 9 meses”.
Madres a la tierra
En el 2021, según una encuesta organizada por el Centro de Estudios Culturales del Cannabis (CECCA), uno de cada tres consumidores de marihuana en la Argentina, cultivan su propia planta. Este fue el motor de la organización de Madres Cultivadoras Argentinas, fundada por Claudia junto a un grupo de mamás y papás, con el objetivo de brindar asesoramiento, contención e información para el tratamiento de la terapia con cannabis.
Su nacimiento fue a través de un grupo de whatsapp, cuando se encontraron con la posibilidad de “fabricar” su propia medicación: “Fue un aprendizaje colectivo porque ninguna había estado cerca de esta terapia. Era toda una experiencia nueva, con los miedos de que le pase algo a la planta y te quedes sin la terapia”, remarcó Claudia.
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A esa cruzada se sumaron algunos cultivadores, que ya venían con una basta experiencia, para realizar el asesoramiento correspondiente. Así fueron pasando de una pequeña planta en el medio del patio, a conformar su propio invernadero, fabricar sus propias genéticas y detectar que tipo de planta era la más adecuada para tratar el problema que se les presentaba. De manera colectiva y en red.
“Las mamás estamos tan acostumbradas a que todo se transforme en una causa, lo tenemos muy naturalizado. No eramos tan conscientes de lo que se generó en el momento, pero fuimos luchando por una ley, transmitiendo estos saberes para que puedan llegar a todas las personas que lo necesitasen. Así nace y sale, de adentro”, explicó la referente de Madres Cultivadoras Argentinas.
A través de la Organización, motorizan diferentes encuentros en la región del Gran La Plata, y habilitan el espacio para encontrarse con otras familias que están pasando por esa situación como la que ellas se encontraron.
“Abrazar a la desinformación”
En el año 2016, cuando aparece la Marihuana en la vida de Claudia, en Argentina gobernaba el macrismo, y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, llevaba a cabo una política de persecución sobre los cultivadores y consumidores de cannabis.
Entre 2016 y 2019, el Estado invirtió cerca de 122 millones de dólares en perseguir a usuarios de drogas y cultivadores de marihuana, solamente por el mero hecho de aumentar las estadísticas del “combate contra el narcotráfico”, que se terminó trasladando en detenciones ilegales, procesos judiciales irregulares y un hacinamiento importante, sobre todo, en las cárceles de la provincia de Buenos Aires.
Esto, para Claudia y muchas madres fue un gran desafío: “En ese año aprendimos a cultivar, a luchar y batallar por una ley, a exponernos a medios. No sé si éramos tan conscientes del riesgo en el que estábamos. Nos expusimos muchísimo. Si bien entendíamos que a cualquier político le podía costar muy caro perseguir a una mama, nos estábamos arriesgando”, remarcó.
En el año 2017, se sancionó la ley 27.350 que estableció el marco regulatorio para la investigación médica y científica del uso medicinal, terapéutico y/o paliativo del dolor de la planta de cannabis y sus derivados. Mientras era tratada en el Congreso, a tan sólo 40 minutos de allí, se allanó la casa de Adriana Funaro, madre cultivadora de Ezeiza. Además se la llevaron detenida.
“Nos ha pasado de tener que ir a una fiscalía porque se le realizó un allanamiento a una abuela. El fiscal nos dijo que la tenencia de 300 gramos de marihuana era considerado narcotráfico” contó Claudia. Allí le explicaron que en un cultivo, podrían llegar a tener mucho más de eso, porque depende de las patologías es lo que vayan a cosechar o las formas de uso en la terapia.
A partir de ahí, coordinaron junto al fiscal de turno, una serie de requisitos que son de uso común en todos los cultivadores que afrontan su terapia, como la tenencia de un cuaderno de cultivo; o el registro del Programa de Cannabis Nacional (REPROCANN). Poco a poco, esto se fue asimilando.
“Lo que tratamos de transmitir es que un allanamiento y el incautar toda la materia vegetal, sustratos y demás, impacta en la salud de una persona, porque estás interrumpiendo una terapia. Tenemos que empezar a modificar esa mirada que ellos tienen. Que vean que detrás de esa planta hay una persona que podía dormir mejor, controlar sus convulsiones, y tener una calidad de vida digna”, enfatizó Claudia.
Actualmente, junto a otras madres, forman parte de un equipo interdisciplinario del ministerio de Salud de la Provincia, el cual brinda asesoramiento en el uso terapéutico de la Marihuana en personas con discapacidad. Asimismo, junto a otras madres y padres siguen ampliando el universo de alcance de Madres Cultivadoras Argentinas, brindando asesoramiento legal e informativo para afrontar la terapia, llevando la bandera de la vida como símbolo de lucha.