Cannabis ¿desarrollo o persecución judicial?

Sebastián Severino se encarga de investigar, mejorar y producir diferentes genéticas de la planta de cannabis, para explorar nuevos usos, tanto industriales como medicinales. Sin embargo el Estado, a través del poder Judicial, allanó su cultivo experimental y le abrió una causa por narcotráfico. Las dicotomías del Estado en el desarrollo de la industria.
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Son las nueve menos diez de la mañana. En un campo de cannabis ubicado en la localidad de El Hoyo, en Chubut, llueve a cántaros y el frío invita a quedarse un poco más en la cama. Sebastián Severino escucha que sus perros Luk e Ivi comienzan a ladrar. “Un miércoles, ¿a esta hora?”, se pregunta mientras se levanta rápido para agarrar el primer joggin que tenía a su alcance y asomarse a la tranquera para saber qué estaba pasando.

Allí lo esperaban un grupo de efectivos de la Policía del Chubut, que le mostraron una orden de allanamiento emitida por la Fiscalía Federal de Esquel, ordenada por el juez Guillermo Lleral, y le dijeron que venían “por una causa de narcotráfico”. “Entendí que acá había un mal entendido, y que como cualquier activista cannábico, sabía que en algún momento me podía pasar”, cuenta Sebastián.

A él le gusta definirse como un fitomejorador, pero en la jerga del oficio cannábico, también se lo conoce como un “breeder”. Su oficio es simple y preciso: Se encarga de investigar, ensayar y producir nuevas semillas, genéticas y/o productos derivados de la planta de marihuana, con un fin determinado. 

Hasta el momento del allanamiento, se encontraba trabajando a través de su empresa de investigación Bio Lógica, en los alcances de una nueva genética con altos índices de CBD, uno de los compuestos de la planta de cannabis que permite tratar de manera paliativa enfermedades terminales, en la cual Severino venía trabajando.  Sin embargo, la policía echó a perder todo el trabajo “de varios años”.

No es un criminal, es un eslabón más del desarrollo nacional

¿Por qué el Estado desarrolla la industria del cannabis por un lado, y criminaliza el cultivo, la producción y la investigación, por otro?

Sebastián cuenta que en ningún momento se puso nervioso. Les explicó a los oficiales que se trataba de un mal entendido. Les mostró primero su certificado de inscripción en el Instituto Nacional de Semillas (INASE), dentro de la categoría A, que legaliza la figura de fitomejorador y le permite tener un criadero cannábico. 

Luego les facilitó el certificado del Reprocan, emitido por el ministerio de Salud de la Nación, que lo habilita como cultivador medicinal. Ambos incluyen un código QR, para que puedan ser constatados por las fuerzas de seguridad que lo requieran. “Se dieron cuenta que no se trataba de una cuestión de narcotráfico, y se sorprendieron por los permisos que les mostré. No estaban al tanto. Pero llamaron al juez, que les dijo que procedieran igual” cuenta Sebastian.

15 oficiales se llevaron 25 kilos de flores secas, 7 kilos de hojas, 250 semillas, 8 kilos de flores verdes (en proceso de secado), una balanza (de las 3 que tenía en su laboratorio) y 4 plantas vivas, a las cuales les dejaron únicamente el tallo. 

“En la causa nombran a un vecino de la localidad, que fue alumno mío porque yo doy talleres de cultivo, como uno de los argumentos de la fiscalía para realizar el allanamiento. Pero me llama mucho la atención porque todos saben lo que hacemos acá en el campo, hasta está declarado en la Municipalidad”, explica el Dueño de Bio Logica.

Sebastián tiene 43 años, y desde hace 20 comenzó con sus primeras experiencias en el cultivo a raíz de ver mejoras en su salud por ser insulinodependiente. Desde hace 10 decidió firmemente dedicarse a esto y emigró de Buenos Aires a El Hoyo en Chubut, no sin antes renunciar a su trabajo en una fábrica. Allí creó Bio Lógica Labs y Farms, una empresa patagónica de investigación, desarrollo genético y breeding de Cannabis medicinal. 

“Me levanto, y lo primero que hago es ir al jardín a ver las plantas. Siempre hay algo para hacer. Pero bueno, en esta época que no hay tareas de siembra para realizar, estoy metido en el laboratorio”, cuenta, y dice que le dedica a esta profesión entre 10 y 12 horas por días.

 
 
 
 
 
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En la cadena productiva de la industria canábica, sin un fitomejorador no es posible avanzar en, por ejemplo; el desarrollo del cáñamo como insumo textil, el desarrollo de la terapia medicinal para tratar enfermedades terminales o nerviosas, la investigación de nuevos alcances de la planta.  Por eso, y por su gran escasez de especialistas,  varios países reclutan breeders o financian su perfeccionamiento.

Países como Canadá, Estados Unidos e Italia, son los mayores productores de semillas y productos derivados del CBD. Argentina no cuenta con semillas de este tipo por lo que si una persona enferma necesita tratarse con este componente debe solicitar la importación de un medicamento o las semillas de una genética determinada.

En eso se encontraba Sebastián Severino al momento del allanamiento: trabajando en una de las primeras semillas argentinas con alto índice de CBD. “Los policías se mostraron predispuestos a escuchar. Me preguntaron porque tenía un laboratorio, de qué se trataban los elementos y qué era lo que tenía anotado en el pizarrón”, recuerda. Y agrega: “Después del allanamiento, uno de los efectivos me pidió una tarjeta de contacto para hacer una capacitación”.

¿Qué condiciones hay para la industrialización del cannabis?

Este año, el Gobierno nacional reglamentó la Agencia Regulatoria de la Industria del Cáñamo y del Cannabis Medicinal (ARICCAME), desde la cual pretenden impulsar el modelo de industrialización e investigación de la planta, el cual puede significarle cerca de 50 mil millones de dólares al año en materia de exportaciones, segun estimaciones oficiales.

Sin embargo, en el proceso de investigación y producción, se están dejando de lado a miles de personas como Sebastián Severino, que vienen trabajando en el Cannabis desde hace más de 20 años, realizando lo que muchos organismos del Estado recién hoy están comenzando a implementar. 

“Yo creo que esto que me pasó a mi es tan simple como un problema de comunicación entre los dos poderes del Estado. No creo que haya una mano negra ni una mala intención”, explica Sebastián Severino. Para él es fundamental que el Estado pueda definir, cuando se habla de marihuana, si se refiere en términos de estupefacientes o en términos medicinales/industriales. De esta manera se podría evitar la persecución a muchas personas que vienen trabajando en este ámbito desde hace muchísimo tiempo.

“Si a las personas como yo u organizaciones que venimos laburando hace rato desde la clandestinidad, y que ahora estamos tratando de salir de eso a través de estas herramientas que nos brinda el Estado, nos persiguen y no nos dejan trabajar, es simplemente una ilusión” remarca el fundador de Bio Lógica. 

Y concluye: “Nosotros queremos aportar al desarrollo nacional, porque fue siempre nuestro objetivo. Las personas y la calidad humana en la Argentina las tenemos, solamente necesitamos que nos convoquen o que nos dejen trabajar”.