De ciruja a reciclador de la ciudad

Santiago Zapata es tercera generación de cartoneros de su familia. Aprendió el oficio de cartonear a los ocho años y desde ese entonces integra el circuito de recuperacion de la basura. Junto con su compañera sostienen una familia con tres hijos, y dice que su profesión tiene muchas cosas positivas. Denuncia el negocio que hay detrás de la basura y lucha por mayores reconocimientos para todos los trabajadores y trabajadoras de su rubro.

Por: Pedro Ramos

Son casi las cuatro de la tarde en plaza Italia y en una de sus esquinas todos los días cartoneras y cartoneros agrupados en la cooperativa de trabajo “Recicladores Unidos” se encuentran para esperar los carros con los bolsones y salir a hacer su recorrido habitual en busca de papel, cartón, botellas de vidrio, latas y todo lo que tenga valor de reciclado.

En la plaza está Santiago Zapata, 37 años, tercera generación de cartoneros, nieto de ciruja e hijo de cartonero. Ahora el se reconoce como reciclador urbano. Con el tiempo, su trabajo pasó de estar mal visto y oculto, a ser parte fundamental en la sociedad.

Santiago nació en la provincia de Buenos Aires, en el hospital Evita Pueblo, en un entorno muy humilde. Vivió sus primeros años con su mamá, su papá y sus tres hermanos. El oficio de cartonear, lo aprendió a los ocho años.

Cuando sus padres se separaron él quedó viviendo solo en su casa durante un año. La hermana ya había formado su propia familia y el hermano vivía en la casa de sus tíos. Santiago comía de lo que los vecinos le daban y también de lo que encontraba en la basura. Un día su abuela advirtió que estaba en situación de calle y se lo llevó a vivir a La Plata. Primero con su mamá. Después durante mucho tiempo en un terreno ocupado. Más tarde gracias al ProCrear, logra tener un terreno y una casa a su nombre. Esto para él es uno de sus mayores logros; saber que es algo que quedará para sus hijos. A pesar de las complejidades, Santiago dice que su infancia tuvo cosas lindas y que gracias al oficio de ciruja de su papá, muchas veces le traía cosas que nunca había imaginado tener como una pelota o un triciclo.

Eso también le sucede hoy: cartonear es una forma de llevar a sus hijos cosas que otros tiran y que él nunca podría haber comprado. “Es lindo verlo en sus caras”, dice. Está orgulloso de sus hijos. Tiene dos varones de 8 y 17 años, y una niña de 14. El más grande de ellos juega en la primera en el Club de Rugby San Luis y es parte del preseleccionado de los Pumas. A ella le gusta la fotografía y gracias a su trabajo pudo comprarle una cámara para que comience a indagar en esos mundos y a hacer talleres. Al menor le gusta filmar cosas, que aún no se anima a mostrar.

Foto: Pedro Ramos

Convertir basura en trabajo digno

Para Santiago cada día están mejor y nadie se arrepiente de haber formado la cooperativa. Tiene varios beneficios, como una mutual que les asegura una atención médica gratuita. Pero nada de eso fue fácil. “El municipio nunca nos acompañó”, aseguró. La peor época fue durante el gobierno de Mauricio Macri. “Ahí la pasamos mal”, dijo el cartonero, y agregó; “No existíamos para nadie. Estábamos mal vistos y nos querían expulsar prohibiéndonos realizar nuestro trabajo en la calle, persiguiéndonos y secuestrando los caballos que teníamos”. 

Fue ese el momento en el que nació la cooperativa de cartoneros “Recicladores Unidos” que tiene presencia en La Plata, Berisso y Ensenada. Santiago está desde el día uno, al principio fue una prueba piloto para ver cómo funcionaba.

Foto: Pedro Ramos

Hubo cierta incertidumbre a la hora de confiar en el proyecto. Sobre todo por la forma de trabajo que proponía: los y las cartoneras no trabajan bajo patrón y desconfiaban que en la cooperativa sí sucediera. Por esa razón muchos no se quisieron sumar. Santiago se sumó.

En la cooperativa las decisiones se toman en asamblea. Las penas por malos hábitos de trabajo se deciden por mayoría y todos los meses se hace una reunión general donde se muestra el balance del material vendido y cuánto le corresponde a cada uno. “Hoy somos 220 pero empezamos 30”, dijo el reciclador. Tienen una lista de espera para el ingreso de más de mil personas.

Hace un tiempo, Santiago milita dentro del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), en la rama de Cartoneros y Carreros, forman parte de Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (FACCyR) y están agrupados y pertenecen a Unión de Trabajadorxs de la Economía Popular (UTEP) que cuenta con la personería jurídica necesaria para ser un sindicato.

La actual secretaria general de la FACCyR, Jackie Flores advirtió en el acto de cierre tras la movilización al congreso, para la presentación de la Ley de Envases con inclusión social el 28 de Octubre de 2021 que “no necesitamos que nos generen empleo, ya tenemos trabajo. Necesitamos que nos reconozcan los derechos laborales”.

Nicolás Areco es encargado en un edificio en el centro de La Plata. Hace 5 años que comenzó a charlar con los vecinos y vecinas de reciclaje y la correcta separación de residuos. A Santiago lo conoció hace aproximadamente 4 años en la calle mientras juntaba material reciclable y ahí le propuso poner un punto azul en el edificio.

La gente del edificio separa los materiales reciclables, limpios y secos que son depositados en un tacho especial en cada palier. El encargado junta y acopia esos materiales en un bolsón, y el reciclador de la zona pasa a buscarlos.

Más allá de las tareas laborales de cada uno, entre las visitas semanales que hacía Santiago al edificio para recoger el material separado en origen que preparaba Nicolás, surgió una amistad.

“Desde que lo conozco he aprendido a hacer mucho con poco”, admitió el encargado del edificio, “y que en todas las circunstancias ya sean buenas o malas, existe una oportunidad.”

El trabajo de Santiago es clave en la cadena de recuperación y revalorización del material que se desecha. “Sin su trabajo y el de muchas personas como él, millones de toneladas de materiales reciclables o reutilizables irían a parar a ríos y océanos, a basurales a cielo abierto o en el “mejor” de los casos a “rellenos sanitarios”, afirmó el empleado del edificio.

Nicolas Areco junto a Santiago Zapata, en la puerta del edificio donde Nicolas trabaja. Foto: Pedro Ramos

Separación en origen: la organización en los consorcios de edificios Nicolás Areco es también un militante del reciclaje. Charla sobre él en cualquier lugar al que va, reparte folletería del MTE, concientiza a los vecinos, y busca que otros consorcios se sumen para poner más puntos azules. “Estas políticas deberían replicarse desde la Cámara de Consorcistas y el Sindicato de rentas y propiedad horizontal que hoy por hoy son espacios sin perspectiva ambiental”, aseguró.

La cooperativa tiene también una estrategia para impulsar el reciclado en las cárceles, como una nueva posibilidad de inserción. Santiago cuenta que uno de sus compañeros está preso, pero no por eso dejó de trabajar. Desde la cárcel empezó a impulsar el reciclado y la cooperativa no dejó de apoyarlo; sus compañeros pasan todas las semanas en un camión a buscar el material que separa, y así sostiene su sueldo.

“Todos pueden cometer un error”, dice Santiago en dialogo con DLR. “Y tiene que ser pagado con la justicia”, agrega. Pero también dice que no tiene que ser excusa para dejarlo sin empleo u ofrecerle un trabajo de reciclador una vez que recupere su libertad: “Todos merecen segundas oportunidades. Darles un trabajo digno y acompañarlos en ese proceso es lo que todos merecen.

 

Foto: Pedro Ramos