¿Alguna vez te preguntaste adónde va lo que se deposita en el inodoro? Se estima que entre un 15% y un 20% de la red cloacal es tratada en plantas. El resto es arrojado en ríos, lagos y arroyos. La salud humana y ambiental corre peligro al estar rodeado de cursos de agua contaminados por residuos cloacales.
En distintos municipios e instituciones existen proyectos sobre tratado de lodos cloacales que no solo evitan contaminar ríos, lagos, y el agua que tomamos, sino también, mediante modelos de economía circular y la aplicación de tecnologías ambientales sanas, los residuos orgánicos- peligrosos- pueden transformarse en abono útil y seguro para producir y regenerar.
De problema a solución. De residuo peligroso a producción. En el camino: empleo, salud y cuidados ambientales.
Experiencias de mierda
El tratamiento de residuos cloacales en Argentina es totalmente desigual. Según el Ministerio de Obras Públicas el 63% de la población urbana cuenta con cloacas, mientras que el Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP) estima que en las barriadas solo el 2,5% accede a la red cloacal. Las alternativas para la población marginada de este servicio son soluciones individuales más costosas y menos seguras como pozos ciegos, cámaras sépticas, biodigestores y baños secos en menor medida.
La cloaca es la solución más apropiada en términos de sanidad para evitar riesgos de enfermedades, siendo un servicio esencial para la salud pública. Pero no es la solución final, porque el ciclo no termina allí: el sistema cloacal transporta los residuos en el mejor de los casos (entre un 15% y un 20%) a plantas de tratamiento, y en el peor (la mayoría de los casos) se arroja sin tratar a distintos cursos de agua. Sus consecuencias para la salud humana son varias.
En un informe publicado por Joaquín Navarro, Dr. en Ciencias Biológicas y profesor de la Cátedra de Problemática Ambiental de la Universidad de Córdoba, detalla la gran variedad de bacterias entéricas, virus, hongos microscópicos, parásitos intestinales que pueden encontrarse en los residuos cloacales. Estos generan en las personas trastornos que van desde fiebre, debilidad, náuseas, retortijones, vómitos y calambres, hasta enfermedades entéricas y pulmonares graves, afecciones intestinales, entre otras.
En el Río de la Plata por ejemplo la presencia de cianobacterias en el agua ha provocado restricciones para el consumo del agua de red en la ciudad de La Plata en reiteradas ocasiones. La más reciente en el verano del 2022. Esto se explica en cierta medida por la presencia de residuos cloacales sin tratamiento, y las altas temperaturas.
Nadando aguas negras: caso Chascomús y Cuenca Matanza-Riachuelo
El vertido directo, es decir; sin tratar, no solo afecta la salud sino que también puede traer diversas consecuencias ambientales, como la proliferación de algas, la mortandad de peces por falta de oxígeno, olores nocivos en los cuerpos de agua naturales, y otras incontables consecuencias directas e indirectas.
En un estudio del CONICET realizado por el investigador Gustavo Somoza en 2020, se hallaron hormonas humanas en el arroyo Girado de Chascomús donde son arrojados los líquidos cloacales del municipio. Este arroyo conecta la laguna de Chascomús con el sistema de lagunas encadenadas que desembocan en el Río Salado y luego en el Río de la Plata.
En el estudio precisan que la exposición de la fauna a fármacos no metabolizados por el cuerpo humano presentes en los residuos cloacales “podría ocasionar alteraciones sexuales en los peces de la laguna” y consecuentemente afectar su reproducibilidad.
Más arriba de la provincia, en la Cuenca Matanza-Riachuelo, por día se vuelcan al río 192 mil m3 de vertidos cloacales, según los monitoreos y análisis de las autoridades del lugar. El equivalente a 9600 camiones atmosféricos. Se trata del Río más contaminado de América siendo un 80% contaminantes de efluentes cloacales y entre un 20 y 30% industriales.
La Cuenca que se extiende por 2.250 km. cuadrados aloja a 5.000.000 residentes. Un 13% de la población total del país. De ese número de personas, más de la mitad carecen de acceso a un sistema de cloacas, una tercera parte carece de acceso a agua potable, y 500.000 residen en asentamientos sumamente precarios sobre el margen del río. Dicho lugar recibió durante 100 años las cloacas de la ciudad de Buenos Aires.
La alarmante situación llegó como demanda ante la Corte Suprema de Justicia conocida como “Causa Mendoza”, iniciada por el reclamo de un grupo de vecinas y vecinos de Villa Inflamable, en Avellaneda, que en 2004 demandaron al Estado Nacional, la provincia de Buenos Aires, CABA y 44 empresas por su derecho a un ambiente sano.
El abono para las flores de la plaza: Compostaje de lodos cloacales
En Mar del Plata existe una propuesta sustentable para los lodos cloacales: el compostaje. Se trata de un modelo de economía circular y tecnologías ambientales sanas propuestas por distintas instituciones y municipios que consiste en un proceso biológico que – bajo condiciones controladas- permite transformar los residuos orgánicos en abono útil y seguro.
“Lo que hacemos nosotros con el compostaje es cerrar el ciclo de la tierra, de la materia orgánica” cuenta la ingeniera química Elizabeth Peralta en diálogo con DLR. Y resalta el concepto de reutilización en el compostaje que “pasa de un residuo orgánico que se convierte en una enmienda, en un nuevo producto. Por eso de los barros cloacales se obtiene una enmienda orgánica, la cual se le brinda al vivero municipal de la ciudad para hacer diferentes plantaciones en el municipio”, explica la profesional.
El proyecto lo desarrolla Obras Sanitarias (OSSE), una empresa sociedad del Estado única en tamaño de infraestructura en el país, con alrededor de 800 empleados. Osse depende del Concejo Deliberante y posee presupuesto independiente del municipio. Esto le permitió a Elizabeth, quien se hizo cargo de la planta en 2002, llevar a cabo las etapas necesarias para que el proyecto de compostaje de lodos cloacales sea una realidad.
La experiencia de Mar del Plata resultó un gran precedente en términos de manejo sustentable de residuos cloacales, tal es así que representantes de una gran cantidad de provincias y municipios del país se han interesado en ella a través del COFES (Consejo Federal de Entidades de Servicios Sanitarios). Este organismo nuclea a todas las empresas de saneamiento del país y motiva a que más empresas se vayan sumando a la iniciativa.
Otra experiencia reciente está en Chascomús. En 2007 junto al BID (Banco Interamericano de Desarrollo) se realizó un estudio para la regeneración ambiental de la laguna al identificar las amenazas que tenía el municipio desde el punto de vista ambiental. “Ese lugar es nuestro símbolo en Chascomús” dice a este medio Ricardo Miccino, Director de Desarrollo Sustentable del partido.
El proyecto se encuentra en etapa piloto por lo cual solo se está utilizando en zonas reservadas hasta asegurarse que esté libre de patógenos y así poder utilizarlo en otros lugares. La innovación de esta experiencia respecto a otras en el país es la incorporación de residuos municipales verdes (como el chipeado de la poda) y residuos de barrido (hojas secas, etc).
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Ricardo no cree en las soluciones definitivas. “Siempre todas las soluciones son múltiples y con múltiples facetas”. Por eso vincula el compostaje domiciliario a la cuestión cloacal, que fue lo que abrió la puerta a la idea. “El residuo cloacal es material orgánico”, dijo Miccino, “pero a diferencia de otros residuos orgánicos si no es tratado es contaminante”, afirmó.
El valor agregado es poder transformar lo indeseable en insumos para procesos productivos: como abonos o enmiendas en cultivos y pasturas o plantaciones forestales. Elaboración de elementos para la construcción (ladrillos), o su utilización como material combustible para recuperación de energía. Para recuperar suelos degradados en proceso de desertificación o pérdida de cobertura vegetal; para restaurar paisajes; para recuperación de áreas que fueron sometidas a extracción minera u obras de infraestructura; entre otros, de acuerdo a información de OSSE.