Hace 179 años, se libró la Batalla de la Vuelta de Obligado, frente a la localidad de San Pedro, consolidando nuestra soberanía nacional. Aquel 20 noviembre de 1845 hombres y mujeres de la entonces Confederación Argentina, comandada por Juan Manuel de Rosas, se armaron bajo el mando de Lucio N. Mansilla para impedir que las dos potencias más poderosas del mundo tomaran control de nuestra salida al mar y, por ende, del comercio.
San Pedro se encuentra hacia el norte de Capital Federal, a 170 km por RN 9. Un pueblo ribereño del Río Paraná, el cual llega por las provincias del litoral desde Paraguay, y corre hasta el Río de la Plata.
Aquella mañana el general Lucio Norberto Mansilla, arengó a las tropas: “¡Vedlos, camaradas, allí los tenéis! Considerad el tamaño del insulto que vienen haciendo a la soberanía de nuestra Patria, al navegar las aguas de un río que corre por el territorio de nuestra República, sin más título que la fuerza con que se creen poderosos. ¡Pero se engañan esos miserables, aquí no lo serán! Trémole el pabellón azul y blanco y muramos todos antes que verlo bajar de donde flamea”.
La escuadra agresora, alianza de Inglaterra y Francia, pretendía obtener la libre navegación del Río de La Plata a través del Río Paraná. Esto les permitiría un manejo directo del comercio de la región, tanto con Montevideo y Paraguay como con las provincias del litoral (Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes) sin pasar por el puerto de Buenos Aires, ni reconocer la autoridad de Juan Manuel de Rosas, quien, además de gobernador de Buenos Aires era el encargado de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina.
El contexto de 1840
Apenas 30 años habían pasado desde la firma de la independencia. Para 1840, Argentina se encontraba en el complejo proceso de fijar los límites territoriales que la conformarían como Estado Nación.
En ello, los conflictos internos estaban muy encendidos. Las guerras civiles entre unitarios y federales eran una constante. Las provincias y los caudillos se disputaban el poder de una nación naciente, principalmente, en torno al manejo del puerto de Buenos Aires.
El gobierno de Rosas había prohibido la navegación por los ríos interiores, con la intención de reforzar a Buenos Aires como el único punto de exportación. Sin embargo, Inglaterra y Francia ya los tenían en la mira.
Por su parte, los conflictos diplomáticos con Francia e Inglaterra también estaban candentes. Después de la liberación de la corona española, Gran Bretaña había fortalecido su comercio con las Provincias Unidas del Río de la Plata. Sin la intermediación de España, los comerciantes ingleses en Buenos Aires podían incidir en el flujo de exportaciones.
Del otro lado del Río de la Plata, en Montevideo, su presencia era muy fuerte. La Banda Oriental se había convertido en un país independiente, tanto de Brasil como de las Provincias Unidas, gracias a la insistencia británica. Montevideo y Buenos Aires, asunto separato. Más aún, cabe destacar la invasión británica sobre las Islas Malvinas en 1833. En tanto Francia, ésta bloqueó durante dos años el puerto de Buenos Aires y demás puertos de la Confederación en 1838.
La Batalla de la Vuelta de Obligado
Los primeros días de noviembre de 1845 se divisaron desde Buenos Aires las siluetas de cientos de barcos. Buques ingleses y franceses capturaron la escuadra argentina, dejando desprotegidos los ríos y los puertos. Luego, bloquearon el puerto de Buenos Aires y se dispusieron a entrar a territorio argentino por el Paraná, rumbo a la República del Paraguay.
Frente a ellas, la defensa argentina era precaria, pequeña pero tenía un punto por puro ingenio criollo: el general Lucio Mansilla había planeado la estrategia valiéndose de la geografía del Río Paraná. A la altura de la localidad de San Pedro, el río se hace angosto, gira, da una vuelta y dibuja un recodo que dificulta la navegación a vela. Es la Vuelta de Obligado, sin duda, nuestra principal ventaja.
Cruzaron de costa a costa tres enormes cadenas, sostenidas en 24 barcazas; diez de ellas, cargadas de explosivos. De esta forma se demoró el avance, a la vez que se provocaron bajas en marinos y se sacó provecho a la potencia de los cañones que bombardeaban desde las orillas. Las tropas nacionales disponían alrededor de 60 cañones, de escaso calibre (poco alcance, poca precisión y notable lentitud de recarga) y sólo una goleta para hacerle frente a las naves invasoras cuando éstas cortaran las cadenas.
La flota anglo-francesa estaba integrada por 22 barcos de guerra y 92 buques mercantes con la más avanzada tecnología militar. Disponían de más de 400 cañones y poco menos de 1000 soldados.
Cabe destacar que nuestro frente estaba conformado no sólo por hombres sino también por muchas mujeres. Un grupo de ellas realizó tareas de logística de municiones, enfermería y recarga de pólvora en los cañones. Entre ellas, es reconocida Petrona Simonino.
La lucha duró varias horas, hasta que por la tarde la flota franco-inglesa pudo cortar las cadenas, desembarcó y se apoderó de las baterías. En la batalla murieron 250 argentinos y 50 invasores europeos.
En el Puerto de Buenos Aires, el bloqueo se mantuvo por poco menos de tres años. En 1847 los ingleses cedieron, mientras que Francia lo haría un año más tarde. Entre las negociaciones, se firmaron dos tratados donde se reconoce que la navegación de los ríos de la Confederación Argentina está sujeta “solamente a sus leyes y reglamentos”.
En definitiva, la resistencia obligó a los invasores a aceptar la soberanía argentina. También, tuvo repercusión en los países vecinos en tanto confirmación del fortalecimiento de nuestra nación.
¿Y ahora?
La Vía Navegable Troncal o Hidrovía es fundamental para la economía de nuestro país ya que por ella se exporta el 80% de nuestra producción. Tiene una longitud de 1477 km, vinculando un total de 79 puertos y terminales fluviales del Río Paraná y del Río de La Plata con el océano.
Tiene conexión con cuatro países limítrofes y siete provincias del litoral y noreste. Sin embargo, no es el Estado Argentino quien administra la navegación. Desde el año 1995 las vias navegables están entregadas a empresas extranjeras mediante concesión.
[Leé más sobre estas concesiones, acá: El Río Paraná y un reclamo de soberanía]
Mientras tanto, el 20 de noviembre de este año, el Gobierno publicó en el Boletín Oficial la disposición 34/2024, en la que convoca a licitación pública nacional e internacional para concesionar el control de la hidrovia.
La entrega a manos privadas del río más importante para la economía local es por un período de 30 años. En ello, se excluye explícitamente al Estado Nacional y a las provincias de cualquier tipo de supervisión, lo que deriva directamente a la pérdida de autonomía sobre la planificación de las exportaciones y tendrá un impacto sobre nuestra industria y producción.