La Radio que nos crió

Una nueva disposición obliga a las 49 emisoras de Radio Nacional a retransmitir la señal de la Ciudad de Buenos Aires. Esta crónica narra el lugar de la radio pública en la vida de los vecinos y vecinas chubutenses, quienes rápidamente se organizan para defender una parte de su identidad.

Por: Delfina Sánchez Magariños y Sofía Fuentes

En lo que va del año, más de 500 trabajadores de Radio Nacional fueron cesanteados de sus cargos por el plan de ajuste en Radio y Televisión Argentina. Muchos otros, entre ellos 79 trabajadores de Chubut, se enfrentan a las decisiones que, desde febrero, apuntan a vaciar y quebrantar los medios del estado.

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Entre mi casa y tu noticia, hay dos mil kilómetros de distancia

En las oficinas de la municipalidad de Gualjaina, provincia de Chubut, Selma Ojeda redacta un mensaje en puño y letra. 

Arranca un pedazo de papel del cuaderno y escribe la primera línea con tinta azul. Marca cada letra en la hoja amarillenta con cuidado, como si de transcribir un código morse se tratara. La mano no le tiembla a pesar de los cinco grados, dos décimas, bajo cero que anuncia el Servicio Meteorológico Nacional. 

Selma anota su nombre y su número de documento al final del mensaje. Dobla el papel en cuatro porciones y se lo entrega a la maestra de la escuela número 99 de la comunidad de Costa del Lepá. Con el papel en sus manos, la docente sale en dirección al taxi que la espera en la puerta. Es viernes a última hora, y afuera de esa oficina el vapor del caño de escape del Fiat Palio blanco queda suspendido en el aire al alejarse.

Tres días después, en el paraje rural El Mirador, un hombre montado en su caballo escucha atentamente a la única mujer que lo acompaña en su trayecto matutino.

—Comenzamos con información rural. La municipalidad de Gualjaina informa a sus vecinos que hoy estará disponible el Banco Móvil en la plaza principal. 

Solo son ellos, un par de perros, y la voz de esa locutora que pronuncia cada palabra con cuidado a las ocho de la mañana de un lunes de junio. “Raquel y Delma le comunican a sus padres que mañana llega una encomienda a Cholila”, escucha a continuación el hombre que revolea el rebenque en el aire antes de apoyarlo con fuerza sobre el lomo del caballo. El animal relincha y acelera el trote, dejando la marca de sus pasos sobre el barro. 

Desde la cordillera chubutense, transmite Radio Nacional Esquel en su emisora AM 560.

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La frecuencia de AM de Radio Nacional Esquel tiene un alcance de 300 km, llegando a gran cantidad de localidades y parajes rurales. Entre ellas, se encuentra Gualjaina, una comunidad a 84 km de la ciudad de Esquel que incluye alrededor de 17 parajes en su territorio. 

Ahí donde el servicio de comunicación telefónica es de poco alcance y los pobladores de la zona deben buscar una loma o acercarse al pueblo para recibir un llamado, enviar un mensaje de texto, o conectarse a la señal de internet, la radio sigue siendo la vía central de comunicación. 

“Somos una radio de servicio que cumple un rol social. Estamos rodeados de poblaciones en donde la única forma de comunicarse entre sí, entre familias y vecinos, es a través de la radio”, describe Rocío Davel, periodista de Radio Nacional Esquel y secretaria de FatPren  (Federación Argentina de Trabajadores de Prensa) de la región. 

Rocio Davel en conferencia de prensa por la defensa de Radio Nacional en el Centro Cultural Melipal de Esquel.

Son casi 50 emisoras de radio pública las que reparten servicios a lo largo y ancho de la Argentina, atendiendo las particularidades de la zona, conociendo a sus pobladores y acercando la información precisa para que cientos de comunidades no queden aisladas. 

No se trata, entonces, de una gestión económica y redituable o de una cuestión “deficitaria para el Estado” -como la había llamado el presidente en el programa de Mirtha Legrand luego de su asunción-. Se trata de atender desde un órgano público a las necesidades de la población, garantizando el derecho a la información y brindando un servicio donde un privado no lo haría. 

Sin embargo, a la política nacional pareciera no importarle. El viernes 5 de julio, una nueva disposición del gobierno nacional comunicó con una nota firmada por Héctor Cavallero, director de Radio Nacional, que a partir del mismo lunes -menos de 72 horas después de la girada- las 49 emisoras nacionales dejarían de emitir sus programaciones para re-transmitir exclusivamente la señal de la LRA1 de la Ciudad de Buenos Aires durante el horario central de la mañana. 

 

Trabajadores de los medios públicos celebraban que las privatizaciones de la Ley Bases excluían a Radio y Televisión Argentina Sociedad del Estado (RTA S.E), pero no esperaban que el peligro volviera tan rápido. “Una conquista de la lucha de las y los trabajadores”, había titulado SiPreBa (Sindicato de Prensa de Buenos Aires) el 13 de junio tras la decisión del Poder Ejecutivo de quitarla del listado de empresas a privatizar. 

Lo que en junio pareció ser un alivio para las emisoras regionales, hoy pende de un hilo. 

Antes de la decisión del gobierno nacional de recortar y modificar la programación en Radio Nacional, había tres horarios obligatorios pautados para los boletines de noticias nacionales: 6 de la mañana, 12 del mediodía y 20 horas. Así como los informativos nacionales en horas punto. En el resto de las franjas, cada emisora regional podía planificar sus contenidos según sus intereses culturales y locales.

“Prendí la radio y pensé que me había equivocado. Pasé de escuchar cómo estaba la ruta 12 o la 40, a escuchar cómo informaban sobre la autopista de Buenos Aires”, cuenta Selma Ojeda, trabajadora de la municipalidad de Gualjaina, desde su casa a dos mil kilómetros de distancia de la capital porteña. 

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La radio local es compañía y contención

—Primera emisión de los mensajes al poblador. 

Son las ocho de la mañana de un día de fines de julio de 2019, y en el frente de Radio Nacional la nieve comienza a derretirse con los primeros rayos tibios del día. Tiene un pequeño patio delantero con grandes árboles que rodean el terreno, un camino de piedra laja recto desde la vereda a la puerta, y una antena que parece ser un plato volador que ocupa casi todo el frente de la ventana. La Radio, junto a la Oficina de Turismo de la esquina, son de los pocos lugares de la cuadra sin rejas a la vista. 

Se informa a la comunidad que estamos recibiendo donaciones de pañales, alimentos, medicamentos, frazadas, ropa, para los pobladores de Cushamen que están aislados por las intensas nevadas. 

Dentro de la radio, los locutores actualizan acerca de la situación de la comunidad de Cushamen, ubicada a más de 100 km del centro de Esquel. Son alrededor de 750 habitantes los afectados por la nevada, aislados y sin comida desde hace 5 días. 

Las camionetas 4×4 se estacionan en fila sobre la avenida Alvear, con las balizas puestas y la puerta de sus cajas abiertas. Son un grupo de vecinos y vecinas que se preparan para emprender viaje hacia la comunidad, con bolsas de consorcio llenas de ropa y cajas con alimentos que la radio les entrega. 

La LRA9 Radio Nacional de Esquel tiene 63 años. Siempre se caracterizó por su fuerte vínculo con la comunidad gracias a los servicios que presta: informar sobre el estado de las rutas en invierno, avisar cuándo llega la leña del Plan Calor, recibir provisiones para la ayuda comunitaria, y hasta avisar que una ambulancia está en camino.

“El poblador encuentra en los periodistas y locutores personas en quien confiar y sentirse acompañado. Sobre todo para quienes viven en la ruralidad”, dice Francisco «Nano» Peralta, quien fue director de Radio Nacional Esquel hasta 2023. Cuenta que en su rol como periodista y locutor pudo vivenciar cómo se construye el vínculo entre la radio y los pobladores, y lo describe como algo “casi indestructible”. 

“La radio es nuestra compañía y contención”, confiesa Selma. “Cuando empezamos a escuchar otros programas que no eran los locales, nosotros, ‘los del interior’, nos sentimos discriminados, y sentimos que nos callan”, agrega.

‘Porteñizar’ la política comunicacional

De igual manera, durante el gobierno de Mauricio Macri se intentó disminuir la cantidad de emisiones locales y recortar las obras destinadas a la infraestructura en comunicación. Fueron los vecinos y vecinas junto a trabajadores de prensa que se organizaron para volver a la programación local de los fines de semana.

Pareciera ser que la historia insiste en repetirse. En enero de este año, a un mes de la asunción del nuevo gobierno, el plan de ajuste de Javier Milei dejó afuera de Radio Nacional alrededor de 500 trabajadores y trabajadoras, con menos de 100 contratos en todas las emisoras. 

De hecho, en la actualidad, ninguna de las 49 emisoras tiene directorio. Desde diciembre, el gobierno fue destituyendo a cada uno de los directores, sin nombrar reemplazos, hasta que finalmente suprimieron el cargo de ‘director de emisora’, según un informe publicado por Página/12. Así, todas las decisiones de Radio Nacional deben llegar y ser aprobadas en Buenos Aires (autorización de vacaciones, francos, gastos, etc.). Allí en la ‘Gerencia de emisoras’ se encuentra el director ejecutivo Héctor Cavallero. 

Sin embargo, este no es el único recurso con el que la gestión actual pretende “porteñizar” la política comunicacional. 

Hace algunas semanas, la gerencia de Radio Nacional decidió suspender el pago de horas extras a todas las emisoras durante los fines de semana y feriados, con el argumento de la falta de actualización de presupuesto desde 2022 para garantizar los sueldos, como había señalado a principios de enero Javier Monte, dirigente radical interino del directorio del RTA. Sus trabajadores respondieron con mayor organización: decidieron llevar adelante la programación de martes a sábados una vez al mes, para así cubrir un día del fin de semana. 

Tiempo después, es que se comenzó a hablar de una posible privatización con la Ley Bases. Pronto, se organizó una junta de firmas, y al otro día comenzaron a llegar muchísimos oyentes a la puerta de la radio, algunos haciendo alrededor de 100 km en colectivo únicamente para eso. Entre las localidades en donde se recopilaron firmas se destacan Tecka, Gobernador Costa, Colán Conhue, Lago Rosario, Gualjaina, Lago Puelo, Cholila y la costa del Chubut. “Ahí es cuando se evidencia el acompañamiento y la necesidad”, afirma Rocío Davel.
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Una comunidad en Alerta

Cuando al fin pudo frenar después de una mañana larga de trabajo en el Hospital Zonal de Esquel, Carolina miró de reojo la planilla que estaba apoyada a un costado de su escritorio. Tenía apenas un par de nombres escritos en la parte superior. 

Tironeó de la goma para sacarse los guantes, agarró una carpeta de tapa dura, la planilla y una lapicera. Encaró el pasillo que estaba frente a enfermería desde donde se oía la radio, como todos los días, sintonizada en la FM 88.7. Caminó y frenó a cada persona que vió. Uno a uno, les contó que estaba juntando firmas para exigir que no cierre Radio Nacional. Nadie se negó a agarrar esa lapicera. 

Al día siguiente, el auto de Carolina salió temprano en dirección a la Ruta Nacional 259. Esa ruta de poca circulación que conecta a Esquel con los pueblos circundantes, donde se encuentran algunas de las salas médicas comunales que dependen del Hospital de la ciudad. Sobre la luneta, tres planillas en blanco hacían rebotar el sol del mediodía. 

Por la tarde volvió, victoriosa. 

—¡Mil firmas! —exclamó el trabajador de la radio desde la mesita que se había armado en la vereda del Correo— ¡Increíble! ¿Cómo hiciste? —le preguntaron.

Carolina sonrió.

—Trabajo en el Hospital y conozco a algunas personas de las salitas comunales. Allá la radio es muy importante.

—¿Y por qué lo hiciste?

—No podía quedarme sólo con mi firma. Yo crecí escuchando todos los días esta radio. Para mí representa mi historia. Si no la defiendo yo, no la va a defender nadie.

La decisión del gobierno nacional afecta tanto a sus trabajadores, como a sus oyentes. Por fuera de la capital porteña, miles de personas encienden la radio en la única frecuencia que las representa: la de su pueblo. Con las voces de la gente que conocen y las noticias que sí les importan, incluso, con la música que les gusta, como es el folklore local o el tango.

Oyentes como Selma Ojeda o el escritor Aldo “Lele” Santana de la localidad de Cholila cuentan que siguen escuchando Radio Nacional, pero ya no como antes. “Solía quedarme hasta tarde escuchando programas de folklore, con payadores y cantantes locales, cuando me iba al campo, a El Cajón. Ahora la sigo escuchando, pero espero hasta las diez de la mañana para escuchar el programa de Esquel”, señala el escritor. 

En estos días, el federalismo en Radio Nacional es tan solo un relato. Las emisoras de las provincias son obligadas a retransmitir LRA1, generando el silencio informativo y la imposibilidad de que las personas que viven en zonas rurales puedan ser escuchadas. “Muchos de los problemas de la ruralidad son visibilizados a través de la radio”, explica Peralta. Tal es el caso de la cobertura y la difusión realizada por las 5 emisoras de Chubut, a través de la cual la población tuvo la posibilidad de generar acciones simultáneas en toda la provincia para frenar el avance de la megaminería en la meseta y la cordillera desde 2003.

Como bien expresa la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (FATPREN) en uno de sus últimos comunicados de prensa, es la programación local la que garantiza la diversificación de las voces y de la información local, fomentando la cultura y las economías regionales en pos de construir la identidad del pueblo.  

Ahora, más que nunca, alzan su voz ante el centralismo de Buenos Aires fortificado por una política de vaciamiento de un órgano público de histórico carácter federal. Lo dice también Rocio Davel, cuando explica en vivo para “Desde la raíz”, que el objetivo del Gobierno Nacional respecto a los medios públicos sigue siendo el mismo: vaciarlos. “Por fuera de la privatización, van a tomar otras decisiones que afectarán la federalización de la radio y que sigamos estando presentes en todo el país”, aseguró la periodista de Radio Nacional Esquel. De este modo es que nuestra radio pública pierde programación, operatividad y presencia social.

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Las risas llenan las cuatro paredes cubiertas por un panel acústico de un gris desgastado. El cartel de “aire” se tiñe de rojo, y la música se silencia de golpe.

—Queridos oyentes, interrumpimos la programación… ¡Esto es alucinante!. En mis años como locutor jamás había visto algo así. 

Con un dejo de picardía propio de un 28 de diciembre, el locutor de la FM 88.7 inicia la primera mañana informativa. 

—¡Hay una mulita gigante en la puerta de Radio Nacional! 

—No sabemos muy bien cómo llegó este peludo enorme a la radio. Si estás del otro lado escuchando esto, podés pasar a verlo con tus propios ojos.

Al cabo de una hora, una multitud de inocentes colmaba la Avenida Alvear al 1180 preguntándose por el famoso armadillo gigante. Niños de la mano de sus abuelos, gente que se escapaba de su jornada laboral, y hasta algún paisano que andaba por el centro haciendo trámites. 

Nadie pudo comprobar la existencia del famoso gigante. 

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