En un contexto donde el ambiente está en el centro de los problemas que atraviesa el mundo, los encuentros internacionales en donde distintos países se reúnen para negociar y establecer acuerdos sobre cómo avanzar en la mitigación del cambio climático como la COP 28, comienzan a cobrar mayor relevancia.
La Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP) es el evento global donde se desarrollan actividades, reuniones, negociaciones y eventos entre los Estados Naciones, la sociedad civil y el sector privado, con el objetivo de avanzar en acciones que frenen el cambio climático.
Los países que participan son clasificados en dos grandes grupos: los “industrializados,” o también llamados como los países del Norte Global, y los que “están en desarrollo” o del Sur Global. Técnicamente los primeros tienen una mayor exigencia en su aporte a frenar el cambio climático, y los otros buscan estos espacios para exigir una equidad a la hora de cumplir con la reparación de daños ambientales al planeta.
Para poner un ejemplo, solo entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE) se emite el 75% del dióxido de carbono (Co2) que daña la atmósfera. Junto a China, alcanzan un 90%. Argentina, al igual que el resto de los países del Sur Global, es uno de los que menos emite Co2, según un estudio publicado en Earth System Science Data, con solo un 8% de impacto en el mundo.
De esta forma, las responsabilidades frente a la mitigación del cambio climático están repartidas.
En el 2015, en el marco de una COP21, se firmó el Acuerdo de París, un acuerdo en común para países desarrollados y en desarrollo para que reduzcan sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEIs) -algo que no había ocurrido hasta el momento- e implementar políticas de adaptación a los efectos ya presentes del cambio climático.
Con el Acuerdo y cada cinco años, los países deben presentar sus contribuciones determinadas a nivel nacional. Se trata de compromisos en materia de mitigación y adaptación. La idea es que la suma total de todos los compromisos asumidos por los países involucrados, se traduzca en los grados que son necesarios para reducir la temperatura actual de la tierra, que se encuentra por encima de los 2°C, según análisis de Climate Tracker. El objetivo de este Acuerdo es llegar a 1,5°C.
El Acuerdo de París fue un hecho histórico en términos ambientales. El mismo que es continuamente retomado a la hora de implementar políticas de transición energética. Como en el norte argentino,
La semana pasada, los mandatarios del Norte argentino reclamaron por un crédito de 2.500 millones de dólares para financiar la construcción de plantas solares con energía renovable. Los mismos cuentan con el respaldo internacional del Acuerdo de París, ya que esto contribuirá a la reducción de los gases de efecto invernadero, equivalentes a dos millones de toneladas de dióxido de carbono al año.
Canje de deuda: el grito del sur global
El impacto diferenciado de la crisis de deuda y climática entre los países del Sur y el Norte Global, aceleró la necesidad de encontrar mecanismos que puedan proveer algún tipo de alivio. Desde la COP26 que algunos países se unieron y posicionaron con un reclamo concreto: mecanismos de financiación.
La arquitectura financiera internacional también impacta a la hora de llevar adelante acciones climáticas, y los países que se encuentran en desventaja económica- por endeudamientos- y climática, exigen que se revean, re piensen o incorporen nuevos instrumentos de financiamiento. De ahí surge el canje de deuda por acción climática, algo en lo que Argentina durante la actual gestión de gobierno tuvo una postura muy activa.
Los canjes de deuda consisten en una reducción de los compromisos de deuda a pagar por los países, con la condición de que esos recursos sean utilizados con un fin ambiental. En los 90′ países como Bolivia, Ecuador, Perú, Chile, Colombia, Uruguay, Costa Rica, y Nicaragua acudieron a este canje. Argentina se unió por primera vez, en abril de 2021, cuando el Ministro de Ambiente Juan Cabandié expresó durante el G20 en Italia; “exigimos canje de deuda por acción climática, como por ejemplo, parques solares y eólicos que beneficiarán al mundo y traerán inversiones en el marco del desarrollo sostenible”.
El presidente Alberto Fernández dijo en la COP26 que, “debemos crear mecanismos de pagos por servicios ecosistémicos, canje de deuda por acción climática e instalar el concepto de deuda ambiental”.
Referencias en América Latina como Gustavo Petro o Lula da Silva en Brasil también mantienen posturas proactivas con respecto al canje de deuda por acción climática.
Petro reafirmó el compromiso que tiene Colombia con el Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) el cual financia a los países amazónicos con 200 millones de dólares con el objetivo de proteger la selva.
¿Pero qué hay detrás de los canjes de deuda o préstamos por acción climática?
Desde FARN sostienen que tanto el canje de deuda o préstamos por acción climática no viene a resolver la situación de endeudamiento externo de los países del Sur. “Muchos de esos préstamos vienen con condiciones que terminan atando eternamente a los países endeudados a una obligación de pago”, dijo Julia Gerlo, investigadora de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) en un diálogo directo con ARG MEDIOS.
En agosto de 2021, el Directorio del FMI aprobó la reasignación de USD 650.000 millones en derechos especiales de giro (DEG) a distintos países para hacer frente a los desafíos de la pandemia y el cambio climático. Sin embargo, los países del norte recibieron el 60% de esos fondos (CADTM, 2021).
Por otro lado, el mismo organismo que financia acciones climáticas es quien le pidió a la Argentina un aumento de las exportaciones y una reducción del déficit fiscal, para un mayor flujo de divisas, lo que profundiza las actividades primarias extractivas del país como la minería y la industria hidrocarburífera.
Como estas, hay muchas contradicciones en el universo climático geopolítico. Sin ir más lejos el país que presidirá esta COP28 es Emiratos Árabes Unidos, el cuarto país más emisor de CO2 por su actividad principal: la explotación de combustibles fósiles.
Sin embargo, la presencia de los países en estos eventos aumenta, y cada vez Latinoamérica demuestra mayor interés en formar parte de esas mesas de discusión que luego impactarán en aspectos políticos y económicos en cada uno de los países.
A pesar de ser el canje de deuda por acción climática, un mecanismo apoyado y promovido por bloques como el CELAC, también es una demanda reveer las condiciones de préstamos y obligaciones de los países del Sur con los del Norte, un tema que será puesto sobre la mesa en noviembre durante la próxima COP.
Nota publicada originalmente en ARG Medios