Uruguay sin agua, ¿Cuáles son sus causas y cómo lo afronta el gobierno?

Escrita por Lucía Cuberos y originalmente publicada en Diálogo Chino

 

Debido a la escasez de precipitaciones que afecta a Uruguay desde hace tres años, las reservas de agua dulce de la planta de Aguas Corrientes que abastece al 100% del área metropolitana,  se quedó sin reservas suficientes, y hoy el país atraviesa una de las peores crisis hídricas jamás registradas.

Ante ese panorama el gobierno decidió acudir a medidas extremas y comenzar a mezclar agua del Santa Lucía con agua salada del Río de la Plata para poder brindar servicio a la población; esto, sin embargo, elevó los niveles de sodio y cloruros en el proceso de potabilización, algo que ha sido cuestionado tanto por el espectro político como por la academia, debido a los riesgos para la salud que la salinidad podría traer aparejados.

Es así que en medio de movilizaciones sociales, reclamos sindicales y una creciente demanda de compra de agua embotellada por parte de la población, las autoridades buscan una salida viable para asegurar el abastecimiento de agua potable y monitorean –casi minuto a minuto– los niveles de reservas con el objetivo de contar con un poco más de tiempo.

FBECAY Small sailboats and fishing boats resting in the water of Santa Lucia river in the outside of Montevideo in Uruguay.

 

“Bebible pero no potable”

“La mayor parte de las acciones que se hicieron en la cuenca en las últimas décadas [producción agrícola, ganadera e industrial] conducen a la disminución de su rendimiento hídrico”, dijo Marcel Achkar, geógrafo de la Universidad de la Republica. Lo que adjudica el actual escenario de crisis hídrica a dos factores: por un lado, el cambio climático, y por otro, la ausencia de un ordenamiento territorial que permita maximizar la producción de agua de la cuenca del río Santa Lucía, la principal fuente de agua potable de Montevideo.

Frente a este contexto, el presidente uruguayo Lacalle Pou autorizó recientemente un aumento temporal de los límites de los niveles de sodio y cloruro permitidos en el suministro de agua, y desde el pasado mes de mayo, el agua corriente que reciben más de 1,7 millones de habitantes de Montevideo y el área metropolitana de Uruguay contiene más del doble de sodio permitido en la normativa local.

También ha aumentado la presencia de trihalometanos, un subproducto que surge de la desinfección con cloro del agua tratada para consumo humano. En ese sentido, el Ministerio de Salud Pública autorizó a OSE a quintuplicar el índice permitido de este elemento, algo que causó mucha controversia por los posibles efectos que este compuesto podría generar en etapas precoces del embarazo.

El ministro de Ambiente de Uruguay, Robert Bouvier dijo semanas atrás que el agua de OSE a la que se le aumentó la salinidad, “no es potable en la definición perfecta de la potabilidad, pero es bebible y consumible”. Así, se hizo eco de las declaraciones de la ministra de Salud Pública, Karina Rando, quien si bien aseguró que “no hay riesgo para la salud” al consumir agua de la canilla, igualmente recomendó a las personas hipertensas, con problemas renales o insuficiencias cardíacas y embarazadas disminuir su consumo.

“Tenemos que tomar agua salada del Río de la Plata y abastecer a la población con lo que el gobierno denomina ‘agua bebible pero no potable’”, dijo a Diálogo Chino Edgardo Ortuño, el director de Obras Sanitarias del Estado (OSE) por el Frente Amplio, el principal partido opositor en Uruguay

La ineficiencia del sistema hídrico uruguayo

Para el geógrafo Achkar las causas que llevaron a la crisis hídrica son: el cambio climático, y la ausencia de un ordenamiento territorial que permita maximizar la producción de agua de la cuenca del río Santa Lucía, la principal fuente de agua potable de Montevideo.

El embalse de Paso Severino contaba en junio con solo 3,5 millones de metros cúbicos de agua, cuando su capacidad normal es de 67 millones, siendo el menor nivel de reservas de la historia del país hasta ese momento, explicó Ortuño. El 10 de julio, el gobierno informó que el nivel del embalse había descendido a menos de 1,9 millones de metros cúbicos, rompiendo un nuevo récord.

Ortuño afirmó además que “lejos de ser una situación excepcional, la variabilidad climática ha llegado para quedarse”, lo que determina que las sequías sean cada vez más recurrentes, con mayor extensión territorial y más duración temporal. Ante ese panorama, lo importante es impulsar una “política de Estado de mediano y largo plazo” que sea construida como un acuerdo nacional por el agua, agregó, que permita mejorar la gestión de los recursos hídricos de Uruguay.

Actualmente la planta que abastece la zona metropolitana es “Aguas Corrientes” y trabaja a tiempo completo produciendo 650 mil metros cúbicos diarios. Ortuño dijo que lo que debería encararse con urgencia es la instalación de nuevos represamientos de embalse de agua bruta para su potabilización, como es la construcción de la represa en Casupá. Este proyecto, también ubicado en el río Santa Lucía, está en el radar del gobierno uruguayo desde 2013 y permitiría represar 118 millones de metros cúbicos adicionales.

Casupá es “la única alternativa” para el abastecimiento de agua potable y “no haberla construido todavía ha sido un disparate”, sostuvo Ortuño. En cambio, el proyecto Neptuno, la iniciativa privada que impulsa el gobierno de Lacalle Pou y en el que participan asesores de la compañía nacional de aguas de israel Mekorot, es “la peor de las alternativas” y un “negocio económico” agregó. Neptuno propone construir una planta potabilizadora y una toma de agua en el Río de la Plata, en la zona de Arazatí. Y si bien la inversión corre por parte del consorcio de empresas privadas, OSE deberá pagarle una cuota fija de US$ 41 millones anuales por la operación.

Daniel Greif, ingeniero civil y exdirector del primer Plan Nacional de Aguas, también criticó la decisión del actual gobierno nacional de seguir adelante con ese proyecto en lugar de construir Casupá, de la que ya existían abundantes estudios que confirmaban su eficacia.

“Neptuno, que ni es nuevo ni bueno, y que ya había sido desechado por los técnicos de OSE en el plan director del área metropolitana, fue una solución que se descartó por compleja, por costosa y porque tampoco resuelve los problemas de abastecimiento, porque incrementa la producción pero no el almacenamiento”, dijo Greif.

 

Escrita por: Lucía Cuberos

Nota Publicada originalmente en Diálogo Chino